
El cuento de mi traje preferido
Hay trajes que no se construyen en un dÃa. Necesitas encontrar cada pieza que encaje en la tapicerÃa de forma perfecta. Te tienes que asegurar de que cada pieza tenga significado personal, que te quede bien una vez puesto. Mi traje preferido empezó con unos anillos de piedra, colocados sobre cada dedo. Los anillos fueron frÃos, pesados… ¿bonitos? Un poco inconvenientes. Pero me harÃan mas fuerte. Continué. Me até a ambos brazos unos brazales de hierro. Feas y molestas y pesaban demasiado, pero no pude resistirme. Las aguanté porque combinaban con los anillos. Luego me coloqué el collar de cadenas. El casco de plomo. La manta de acero que me escudarÃa de cualquier daño. Finalmente hundà mis pies en unas botas de cemento húmedo, cuidando de no moverme demasiado para no crear hueco. Me harÃan imposible de derrumbar. No puedo moverme. Quizás deberÃa haberme puesto antes unos pantalones. Da igual. Mi traje me protege.
***
Mi traje no me queda bien. Me sofoca, no puedo respirar. Intento oler las rosas pero mis esfuerzos son en vano. Intento sonreÃr pero mi casco lo oculta. Bailar pero mis botas me lo impiden. Correr, saltar, gritar. Amar. Existo pero nadie me ve. Hablo pero nadie me escucha. Sangro pero a nadie le importa. Nadie me echará de menos. ¿Necesito decir adiós?
Pero mi traje me protege. Me da miedo quitármelo. Quizás algún dÃa lo haré. Quizás mañana. No es probable.
Hay trajes que no se destruyen en un dÃa.
Nicholas Andresen, MC '16